¿Como logramos apartarnos o huir de situaciones, personas o cualquier cosa que nos haga pecar?...Siempre que reflexiono en esto (y muchas son las veces) he llegado a la conclusión de que siempre hay que imaginarse en las consecuencias de nuestros actos. Hoy mientras leía un libro encontré este relato: Colín Wilson, hoy un escritor consagrado, describe su tentativa de suicidio a los 16 años: Entre en el laboratorio de química de la escuela y tomé la botella de veneno. Coloqué un vaso delante de mí lo miré bastante, reparé en su color e imaginé el posible gusto que tendría. Entonces, aproxime el ácido a mi rostro y sentí su olor; en ese momento, mi mente dio un salto al futuro –y yo podía sentirlo quemando mi garganta, abriendo un agujero en mi estómago. La sensación de los daños causados por el ácido era tan real, que parecía que ya lo había bebido. Fue entonces que tuve la certeza de que no quería eso. Me quede algunos momentos sosteniendo el vaso entre mis manos, saboreando la posibilidad de muerte, hasta pensar para mí mismo: si soy valiente para matarme, también soy valiente para continuar viviendo.”
Muchas son las veces que hemos estado y estaremos como estuvo ese joven, con el veneno del pecado ante nuestras manos, en una mirada, en un pensamiento o deseo, sintiendo la atracción de hacer algo que transgrede la ley de Dios, que afecta nuestra moral y que las consecuencias serán funestas. Debemos hacer un ejercicio constante y cuando estemos ante la tentación visualizásemos las consecuencias del mismo, las personas que vamos afectar, las cicatrices o secuelas de nuestros actos, nuestro sentir al enfrentar nuestros errores y la gran perdida de nuestra comunión con el padre…entonces si nos vemos en ese momento creo firmemente que concluiríamos que si somos valientes para pecar olvidándonos de todo, podremos ser valiente para repudiar el pecado y vivir una vida en santidad.
Dice Pablo en Romanos
6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. 6:16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 6:17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. 6:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. 6:20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 6:21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Verónica
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